La Segunda Guerra Mundial tiende a interpretarse en formato rápido: los nazis eran el mal a extirpar y el resto del mundo, exceptuando un puñado de aliados, estaba contra ellos. Esta versión, aunque certera, sólo cuenta una parte de la historia. Sí, los nazis cometieron las mayores atrocidades de la historia de la humanidad, pero no lo hicieron solos. Su dominio del continente europeo durante años, y el exterminio de gran parte de su población, sólo se explica si alguien más les estaba ayudando.
Por descontado, Italia, Bulgaria o Rumanía, como aliados necesarios pero comparsas de un régimen todopoderoso, colaboraron con la Alemania nazi. No fueron los únicos. La colaboración con los nazis es aún hoy una herida que cruza el continente de punta a punta, porque implicó a grandes masas de población, quebró moralmente a los países invadidos por las tropas de Hitler y porque emborrona el relato posterior a la guerra, aquel en el que hubo un agresor y muchas víctimas.
Por descontado, Italia, Bulgaria o Rumanía, como aliados necesarios pero comparsas de un régimen todopoderoso, colaboraron con la Alemania nazi. No fueron los únicos. La colaboración con los nazis es aún hoy una herida que cruza el continente de punta a punta, porque implicó a grandes masas de población, quebró moralmente a los países invadidos por las tropas de Hitler y porque emborrona el relato posterior a la guerra, aquel en el que hubo un agresor y muchas víctimas.
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